Regolodos

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Cada vez hay más evidencia de que existe una conexión entre tu sistema gastrointestinal y tu cerebro, de hecho, es muy frecuente que cuando estás nerviosa te afecte a ese nivel, la famosa frase que todos hemos dicho alguna vez antes de un examen “tengo un nudo en el estómago” es un claro reflejo de ello.

Esta conexión es bidireccional, el cerebro manda señales a intestino y el intestino al cerebro, y es precisamente de eso de lo que vengo a hablarte hoy, de la importancia de cuidar tu intestino para que, de forma indirecta, esté bien nuestro cerebro.

Como ya sabes de otros posts, en el intestino tenemos millones de microorganismos beneficiosos para nuestro cuerpo que, en conjunto, conocemos como microbiota intestinal.

Esta microbiota intestinal está contigo desde que naces y mantiene “conversaciones silenciosas” (porque no eres consciente de ello) con  tu cerebro, sistema inmune (el encargado de defendernos) e incluso con el sistema metabólico (conjunto de todas las reacciones químicas que se producen a nivel celular para darnos energía a partir de los alimentos que ingerimos) y endocrino (conjunto de órganos y tejidos que secretan hormonas que, a su vez, envían señales y mensajes a las diferentes partes del cuerpo).

Dicho de otro modo, esos bichitos que tienes en el intestino son más importantes de lo que hasta ahora se pensaba, tienen mucha relevancia en los diferentes procesos que ocurren en tu organismo (ayudan en la digestión, te protegen de patógenos, estimulan al sistema encargado de protegerte cuando se ven atacados, etc.) y es por ello que debes cuidarlos y mimarlos.

¿Cómo conseguimos tener una microbiota saludable?

El factor más influyente es la dieta, “dime qué comes y te diré que bichitos tienes”.

Cuanto más variada sea tu dieta, más variabilidad habrá también en tu microbiota, lo que entendemos como una dieta saludable para tu cuerpo lo es también para tu microbiota.

Una dieta variada y saludable conduce a una microbiota más diversificada, más resistente a agresiones o alteraciones producidas por tratamientos antibióticos, enfermedades o viajes.

¿Qué son los prebióticos?

Los prebióticos son los principales alimentos de tu microbiota, por eso, además de nutrirte como ser humano, debes nutrir también a esos bichitos que te acompañan.

Estos prebióticos son fibras, polisacáridos complejos (no son más que moléculas de glucosa unidas entre sí de diferentes maneras) que pueden añadirse a la dieta o que se encuentran de forma natural en alimentos como las verduras.

Cuando ingieres estos prebióticos o comes alimentos ricos en fibra lo que estas haciendo es, para entendernos, que estos bichitos crezcan sanos y fuertes.

Otra manera de cuidar tu microbiota es con probióticos.

Los probióticos son bacterias vivas que llegan a tu sistema gastrointestinal y “se anclan” pasando a formar parte de esa microbiota.

Estos probióticos los puedes consumir en forma de suplemento o encontrarse en alimentos muy variados como el chocolates negro, el kéfir o en la fibra.

En mi opinión, todos y todas deberíamos hacer, mínimo, un par de ciclos de probióticos al año para repoblar bien la flora (tanto la del intestino como la genital), más todavía si comemos sustancias que la dañan (alimentos ultraprocesados, alcohol, medicación crónica, etc.) o antibióticos, que tienen como función principal eliminar bacterias, sin diferenciar si las que elimina son las que nos hacen daño o las que nos cuidan.

De ahí que seamos tan insistentes en que cuando vienes a por un antibiótico a la farmacia lo acompañes de un probiótico.

Existen infinidad de probióticos, sin embargo debes ser precavida a la hora de elegir el que te va a ayudar.

Muchas veces puedes ver probióticos que llevan muchos bichitos y muy variados pero debes asegurarte de que lleguen a donde queremos y que se queden, para ello están los estudios que hacen los diferentes laboratorios en los que nos demuestran que eso es así.

De nada serviría tomar un probiótico con millones de bichitos si sólo están de paso. Precisamente por eso yo soy muy fan de Pileje, porque detrás de cada probiótico o de cada suplemento hay un estudio exhaustivo que al mismo tiempo es fácil de entender y seguir, de ahí que, a día de hoy, sean mis favoritos. Te dejo aquí los enlaces con una breve descripción para que eches un vistazo:

Lactibiane ATB es el que recomendamos siempre que venís con una receta de un antibiótico.

Lactibiane Cnd10 es el indicado cuando lo que queremos es reforzar o repoblar la flora genial, sobre todo cuando hay problemas de colonización de cándida.

Lactibiane Reference mi favorito para repoblar y reforzar la flora gastrointestinal y cuando tenemos episodios de estreñimiento.

Lactibiane Tolerance refuerza la flora intestinal para restaurar su equilibrio y es el ideal para episodios de estreñimiento alternados con diarrea.

La suplementación con probióticos y prebióticos ayuda de forma indirecta a que sientas bien que tu sistema encargado de defenderte esté preparado, influye en la forma en la que haces las digestiones (¡qué importante es esto para tu salud mental!).

Ayuda a que secretes sustancias que te hacen sentir bien y está estrechamente relacionado con la comunicación hormonal (esas moléculas que te traen de cabeza en algunas etapas de tu vida).

De ahí que, a la importancia de comer bien, hacer ejercicio, no fumar, no beber alcohol, etc. sea beneficioso para tu salud en general y para tu microbiota en particular.

Conclusión:

Estás acostumbrada a escuchar eso de “mente sana, cuerpo sano” y debes de empezar a añadirle “y viceversa”.

Cada vez hay más evidencia de la conexión bidireccional entre el cerebro y el sistema gastrointestinal; es por ello que debes cuidar tu alimentación y suplementación para que tu microbiota esté en plenas condiciones y poder así enviar mensajes al cerebro conforme todo está correcto.